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Parc del Laberint d'Horta
Passeig Castanyers 1
El Parc del Laberint d' Horta es el más antiguo de todos los que se conservan en Barcelona y es un claro exponente de los jardines neoclásicos del siglo XVIII. Está ubicado en la antigua finca de la familia Desvalls. Las obras comenzaron el año 1791 cuando Joan Antoni Desvalls, marquès de Llupià y de Alfarràs, creó el diseño del jardín con la colaboración del arquitecto italiano Domenico Bagutti. A mediados del siglo XIX, los descendientes del marqués ampliaron el parque, bajo la dirección del arquitecto Elies Rogent, con la incorporación de un jardín romántico con parterres, placitas, grandes árboles y una cascada. En el 1880 se creó un jardín doméstico, también conocido como de los bojes, al lado del palacio Desvalls y que se puede ver en una escena de la película. A finales de los siglo XIX la finca deviene el escenario de veladas sociales y culturales con representaciones de teatro al aire libre. A comienzos de los años 70, el parque pasó a manos del Ayuntamiento, que lo abrió al público. En el año 1993, la Unión Europea concedió una dotación económica que permitió hacer una restauración global y en profundidad. Desde aquel momento, la concepción de este espacio pasó a ser de jardín-museo. El antiguo palacio, hoy en día parcialmente cerrado, conserva una torre medieval de defensa conocida como la Torre Subirana. El jardín está dispuesto en tres niveles o terrazas escalonadas. En la terraza superior hay un pabellón dedicado a las nueve musas, coronado por una escultura que representa el arte y la naturaleza. En el intermedio destacan dos templetes de estilo italiano con estatuas de Danae y Artemis y columnas toscanas. En el nivel inferior se encuentra el laberinto vegetal, formado por cipreses recortados, que da nombre al parque. La zona ajardinada del parque, que es muy extensa, está rodeada de bosque mediterráneo, que acentúa el aislamiento del jardín y le da un entorno muy natural.
Parc Güell
Carrer d'Olot s/n
El Parc Güell es el magnÍfico fruto de un fracaso. Su promotor, el aristócrata Eusebi Güell, pretendía crear una ciudad jardín en la finca Can Muntaner de Dalt, situada en el barrio de la Salut en Gràcia. La finca era muy extensa, pero, sin duda, no era un lugar ideal para este tipo de construcción. Situada a 150 metros sobre el nivel del mar, se asentaba sobre terrenos de poca calidad con una topografía bastante accidentada. Encargó las obras a Antoni Gaudí en el año 1900. A principios de siglo sólo se habían vendido tres parcelas. Así pues, el proyecto resultó un fracaso completo y en el 1914 se pararon las obras. Lo que hoy queda en pie de esta aventura son una serie de estructuras destinadas a servicios comunitarios brillantemente proyectados por Gaudí, entre los que destacan el viaducto de piedra que salva el desnivel, perfectamente integrado en el paisaje y la gran plaza ribeteada con el banco de “trencadís”.

El Parc Güell fue comprado por el Ayuntamiento y convertido en parque público en el año 1922. Es un parque único en el mundo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el 1984.
Passatge del Crèdit

El pasaje del Crèdit o Crédito se construyó entre los años 1875 y 1879, en el solar ocupado por el antiguo convento de l’Esperança, bajo la dirección del arquitecto Magí Ríos. Recibe su nombre porque las viviendas a los cuales daba acceso fueron promovidos por la Sociedad Catalana General del Crédito. El conjunto monumental se caracteriza por un uso ornamental y arquitectónico del hierro, una de las innovaciones del urbanismo del último tercio del siglo XIX. En este pasaje, concretamente en el número 4, en el año 1893 nació el pintor Joan Miró. Su casa natal es, en la actualidad, la habitación 330 del Hotel Rialto, como rememora una placa.
Pèrgoles de l'Avinguda Icaria
Avinguda Icària
La obra de los arquitectos Enric Miralles y Carme Pinós, realizada en el año 1992, está en consonancia con la idea de hacer de la Vila Olímpica un barrio moderno y con personalidad propia. El hecho de que el subsuelo estuviera ocupado por un inmenso colector, impidió que se plantaran árboles en la avenida.
Ya con el encargo confirmado, los arquitectos elegidos proyectaron una obra que fue como una procesión de gigantes con grandes árboles metálicos que llegaron a los cuatro metros de altura y que se apoderaron de los edificios.
La osada propuesta fue finalmente rechazada y replanteada tal y como se puede ver actualmente.
Las pérgolas de acero pintado y madera son una simbiosis entre vegetación y ácaro, una propuesta de híbrido entre naturaleza y arquitectura, que dan un aire urbano vanguardista a la arteria central de la Vila Olímpica. Esta construcción pretende ser árboles y sus ramas retorcidas que se inclinan, brillan y sombrean la avenida. Es un proyecto que funciona como una representación a los ojos de los paseantes. En verano son una insólita escenografía para los numerosos patinadores que pasan por debajo.
Plaça de la Mercè
Plaça de la Mercè
La plaza de la Mercè debe su nombre a la basílica de la Verge de la Mercè, construida por el arquitecto Josep Mas en el 1775. Seis años antes de que cumpliese un siglo, el Papa aceptó que la Mercè fuera declarada patrona de la ciudad. Durante años, el rector de la Mercè intentó sin éxito el derribo de un conjunto de casas situadas en frente de la iglesia para crear una plaza que permitiese el lucimiento de las bodas. Con el retorno de la democracia, el barrio de la Mercè revivió una actividad urbanística que, entre otras actuaciones, permitió, finalmente, que en el año 1982 se iniciaran las obras de derribo de la isla de casas entre la calle Ample y las calles Louis Braille, de la Mercè y Voltes, obteniendo un nuevo espacio mucho más amplio, dando lugar a la actual plaza.
Plaça del Duc de Medinaceli
Plaça del Duc de Medinaceli
La plaza del Duc de Medinaceli fue urbanizada en el 1844, a la sombra de la Muralla de Mar, en una parte del antiguo convento de Sant Francesc. El diseño y realización fueron obra del arquitecto Francisco Daniel Molina, arquitecto municipal de Barcelona hasta el año 1858, que también es el autor de la plaza Reial (1858). En el centro de la plaza se encuentra el monumento dedicado al almirante Galcerán Marquet, destacable por ser de hierro forjado, técnica utilizada por primera vez en Barcelona en la realización de elementos decorativos de la vía pública. De buena arquitectura y excelente escultura, este monumento, con una fuente en la base, está rodeada de típicas palmeras del siglo XIX barcelonés. Esta intervención se realiza en el marco de un proceso generalizado en Barcelona de substitución de conventos por espacios públicos.
El convento de Sant Francesc, construido en el siglo XIII en homenaje al paso del Santo por Barcelona, fue inaugurado por el rey Jaume I. Era un conjunto que llegaba desde la actual plaza hasta la Rambla. Un hecho que demostraba la importancia del lugar, era que todos los reyes de la Corona de Aragón (desde el siglo XIV hasta XVI), cuando llegaban por primera vez a Barcelona, juraban públicamente las constituciones o fueros aquí. Este notable edificio, que poseia un gran claustro construido en el siglo XVI, fue derrocado a partir del 1822. Una vez ya destruido el convento, el duque de Medinaceli reivindicó la propiedad del terreno, como heredero de las familias de la nobleza catalana que lo habían cedido antiguamente para edificarlo y, con la finalidad de congraciarse con la ciudad, cedió una parte de los terrenos para que se construyera una plaza.
Plaça Espanya
Plaça Espanya
Es un espacio urbano situado en el cruce entre la Gran Via y las avenidas del Paral•lel con Reina Maria Cristina y las calles de Tarragona y de la Creu Coberta. Era el lugar donde se instalaron las horcas para las ejecuciones hasta que fueron trasladadas a la Ciutadella, en el 1715.
La urbanización actual data del año 1929, con motivo de la Exposición Internacional celebrada en Barcelona. En el centro de la plaza destaca una fuente monumental proyectada por el arquitecto Josep Maria Jujol como hito de entrada a la Exposición del año siguiente. Aún disponiendo de la maqueta meses antes, las obras no empezaron hasta enero de 1929, cuando faltaban sólo cuatro meses para inaugurar la Exposición, por lo que no se pudo acabar a tiempo. Jujol hizo la fuente con tres escultores, entre los cuales destacaba Miquel Blay, que se encargó de las tres principales esculturas, que representaban los ríos Guadalquivir, Tajo y Ebro. Los hermanos Oslé hicieron tres figuras de pie que encarnaban la Abundancia, la Salud y la Navegación. El coronamiento escultórico, que contiene un pebetero con su llama, fue llevado a cabo por Frederic Llobet. Tres columnas de once metros cada una, pensadas por Jujol, también son símbolos del Heroísmo, Religión y las Artes. El conjunto es un homenaje al agua.
Plaça Reial
Plaça Reial
Como en otros sitios de la ciudad, la urbanización de la plaza Reial es consecuencia de la desamortización eclesiástica de 1835, cuando los conventos y las iglesias fueron confiscadas por el Estado. El convento de los Caputxins, situado en este espacio desde 1718, fue derribado dando paso a varios proyectos, como un gran teatro o unas galerías vidriadas que habrían sido las primeras de Europa, anterior a las de Milán. Finalmente, en 1848 se decidió construir una plaza diseñada por Francesc Daniel Molina. Es una de las pocas plazas cerradas que tiene Barcelona, muy bien resuelta a través de sus pasajes. Los edificios que la rodean forman un conjunto uniforme con la planta baja porticada, decoradas las fachadas con motivos de terracota helenizantes, bustos de navegantes y de exploradores americanos y escudos soportados por infantes indios. A finales del siglo XIX, se instaló la fuente de hierro de las Tres Gràcies y los faroles con brazos a diferentes alturas, como si se tratara de las ramas de un árbol, realizados por un joven Antoni Gaudí. El Ayuntamiento de Barcelona encargó a Gaudí un proyecto de modelo de farola de luz de gas para instalar en toda la ciudad. De este ambicioso encargo sólo se realizaron los dos faroles de la plaza Reial y los tres del Pla de Palau. Tienen un pie de mármol de color oscuro y la parte central de la columna está coronada por dos serpientes enroscadas en una vara y un casco alado, símbolos de Mercurio, divinidad protectora del comercio, actividad muy característica de la ciudad. Además, en la columna se puede ver el escudo de Barcelona. Entre los años 1982-84, la plaza fue remodelada por los arquitectos Frederic de Correa y Alfons Milà, destacando especialmente la supresión de la circulación de vehículos y la plantación de palmeras.
Plaça Sant Felip Neri
Plaça Sant Felip Neri
Esta plaza, como muchas otras plazas de la Barcelona antigua, se construyó sobre un cementerio. En tal caso se trata del antiguo cementerio de "Montjuïc del Bisbe". La plaza tiene el nombre del predicador jesuita italiano que llegó a santo. El ambiente de la plaza, con las acacias y el manantial, tiene un gran atractivo. La configuración actual es el resultado de las obras que se hicieron en los años cincuenta, cuando se instalaron las casas de los gremios de Calders y de Sabaters. Las dos casas reedificadas son una buena muestra de la persistencia que hubo en Catalunya de los elementos góticos dentro de las construcciones renacentistas. En la casa del gremi de Sabaters (reconocible por el escudo gremial con el león de San Marco), está instalado el Museu del Calçat. Completa el conjunto, la iglesia barroca de Sant Felip Neri construida durante el siglo XVIII, en homenaje del santo. De nave única y capillas laterales intercomunicadas, sigue el modelo de la famosa iglesia del Gesú de Roma. En la fachada de la iglesia hay una gran cantidad de señales de metralla de la bomba que cayó el 30 de enero de 1938, matando a más de veinte niños que corrían a refugiarse de los bombardeos.
Plaça Sant Jaume
Pl. Sant Jaume
Era el punto neurálgico tradicional de la antigua ciudad romana de Barcino, donde convergían las dos calles principales: el “cardo maximus” (actualmente calles del Bisbe y de la Ciutat) y el "decumanus” (hoy calles Llibretería y Call). El lugar donde hoy está la plaza, correspondía al forum, área donde se encontraban las construcciones dedicadas a las reuniones de las autoridades, de la justicia o las de los negocios. Gracias a la apertura de la calle Ferran, el pequeño espacio cuadrado de la plaza se convirtió en el que encontramos actualmente, dando paso al trazado de los nuevas calles Jaume I y Princesa. La transformación de la zona motivó el derribo de la iglesia medieval de Sant Jaume y, como consecuencia, quedaron encaradas la nueva fachada de la Casa de la Ciutat y la del Palau de la Generalitat (lado mar y montaña respectivamente). Ya sea para celebraciones o para reivindicaciones de todo tipo, la plaza se puede ver a menudo llena de gente.
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