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Pèrgoles de l'Avinguda Icaria
Información histórica
La obra de los arquitectos Enric Miralles y Carme Pinós, realizada en el año 1992, está en consonancia con la idea de hacer de la Vila Olímpica un barrio moderno y con personalidad propia. El hecho de que el subsuelo estuviera ocupado por un inmenso colector, impidió que se plantaran árboles en la avenida.
Ya con el encargo confirmado, los arquitectos elegidos proyectaron una obra que fue como una procesión de gigantes con grandes árboles metálicos que llegaron a los cuatro metros de altura y que se apoderaron de los edificios.
La osada propuesta fue finalmente rechazada y replanteada tal y como se puede ver actualmente.
Las pérgolas de acero pintado y madera son una simbiosis entre vegetación y ácaro, una propuesta de híbrido entre naturaleza y arquitectura, que dan un aire urbano vanguardista a la arteria central de la Vila Olímpica. Esta construcción pretende ser árboles y sus ramas retorcidas que se inclinan, brillan y sombrean la avenida. Es un proyecto que funciona como una representación a los ojos de los paseantes. En verano son una insólita escenografía para los numerosos patinadores que pasan por debajo.
Para conocer mejor la zona
Tal y como se hizo para las exposiciones universales del 1888 y del 1929, Barcelona aprovechó un gran evento como los Juegos Olímpicos del 1992, para transformar un gran espacio cerca del mar, que comprendía una serie de terrenos que eran ocupados por antiguas fábricas (muchas de ellas obsoletas) y la línea férrea. La Vila Olímpica, construida como residencia de atletas, representó una excusa perfecta para facilitar una relación más estrecha entre Barcelona y el mar. La transformación de la zona fue absoluta, además de 2.000 nuevas viviendas, se remodeló el antiguo paseo Marítim enlazando el barrio de la Barceloneta con el Port Olímpic.
Se mejoraron las redes viarias y ferroviarias, permitiendo a la vez la recuperación de diversas playas para la ciudad, así como la creación de varios parques, entre los cuales destaca el parque de Carles I, de una extensión de 5,5 hectáreas. A parte de la zona residencial diseñada por diversos arquitectos de prestigio, destaca el Port Olímpic de planta cuadriculada con un espigón en forma curvada de unos 500 metros sobre el cual se puede pasear y donde predominan los servicios de ocio, restaurantes, bares y tiendas. Los dos rascacielos, Mapfre y Arts, sobresalen por su altura y espectacularidad, convertidos en emblema de la ciudad.
MAPA
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